Una semana para las urnas: entre tuits, victorias autopercibidas y socios de la gobernabilidad


Cómo ganar perdiendo

Trump ya dijo: “No seremos generosos si Milei no gana las elecciones”. Atragantó a la comitiva argentina que participó de un almuerzo sin anuncios en la Casa Blanca. Luego, funcionarios y la tropa libertaria digital intentó hacer creer que el presidente de los EEUU se refería a 2027. Pero el propio Trump aclaró que hablaba del “medio término”, por si alguien lo veía despistado. En estas cuestiones de hacer creer, como ya se analizó, Milei podrá aprovechar el berenjenal de alianzas que participará de estas elecciones para llevar a Norteamérica una interpretación victoriosa, aun si las urnas marcan una derrota. Hay varias opciones, pero se recuerdan tres: 1) mostrar que los libertarios ganaron bancas (hecho que ocurrirá indefectiblemente porque renueva pocas); 2) sumar los votos violetas de 24 provincias solo contra el peronismo inscripto como Fuerza Patria, que está en 15 distritos (es decir, sin contar al PJ oficial que optó por otro nombre de alianza en distintas provincias, como La Pampa, La Rioja o Tucumán); 3) sumar como propios los votos de potenciales aliados, en especial provincialismos.

Como sea, también hubo otras declaraciones que dan pistas. Diego Santilli expresó que ganar es sacarle un voto de diferencia al peronismo a nivel nacional. Para eso deberá remontar la casi segura derrota en provincia de Buenos Aires. Javier Milei, por su parte, dijo que ganar es “alcanzar el tercio” en el Congreso. Ya se mencionó también: aún en un escenario positivo de LLA ganando con el 39%, seguiría sin conseguir ese tercio que permite blindar vetos y evitar el juicio político.

Sumar aliados y resolver la interna

En la práctica, salvo una catástrofe electoral que pondría al Gobierno en una situación de fragilidad extrema, desde el 27 de octubre el Gobierno estará obligado a resetearse. En todos los planos. Lo admiten en la mesa chica del Gobierno. El esquema cambiario deberá ser revisado, y análisis privados ven escenarios de un dólar que oscilará entre $1.700 y $2.000 dependiendo del balance electoral. Pero también deberá resolver internas y decidir quiénes serán sus aliados, con una apertura real en el diálogo, con concesiones concretas.

En el plano económico, el último trimestre de 2025 “es manejable si llegan los giros del FMI y organismos”, explicaba un legislador peronista, estudioso de las finanzas públicas. “El 2026 es el verdadero cuello de botella, con vencimientos concentrados en enero y julio (bonos soberanos y Bopreal). Por eso Caputo busca cerrar el acuerdo con EEUU antes de las elecciones del 26 de octubre, porque sin ese apoyo, el Gobierno enfrentaría un gap superior a u$s16 mil millones, lo que exigiría una fuerte contracción o nuevas fuentes externas”, agregaba, en referencia a los más de u$s20.000 millones de vencimientos del año próximo.

En cuanto a lo político, las internas en el Gobierno siguen a la orden el día, y en Casa Rosada saben que necesitan ordenar las filas, por un lado, y evitar las fugas que tuvieron en el Congreso en estos dos años, por otro. Hay rispideces cruzadas, la mayor parte de ellas conocida. Acaso, la que emergió con más fuerza en estas horas es la que tiene el asesor Santiago Caputo, quien volvió a ganar protagonismo por sus gestiones en EEUU, y el jefe de Gabinete Guillermo Francos, quien lo cuestionó abiertamente. Le facturan a Francos, el más dialoguista del Gobierno, su buen vínculo con China y su defensa del swap y los acuerdos con el Gigante Asiático. La Trumpmanía redefinió lealtades desde los anuncios de salvataje. El reparto de la fotocopia de los encuentros de Francos con funcionarios y empresarios chinos se hizo desde Balcarce 50, y buscó agitar las aguas.

Entre las redefiniciones, siguen los ecos de los pedidos de “gobernabilidad” para hacer efectivo el auxilio. Gobernabilidad, diálogo, consensos, acuerdos políticos, o como se quiera llamarlo. Es un cuestionamiento al estilo Milei de romper puentes, una táctica que puede ser una exhibición de poder en la buena, pero que se vuelve en contra en la mala, como efectivamente pasó este año. Desde el momento en que todo al Gobierno se le hizo cuesta arriba no paró de sufrir derrotas parlamentarias, con costo político y fiscal.

Así es como Mauricio Macri se imagina en la máquina del tiempo. O, como en el juego de la oca de su relación con Milei, volver al casillero de inicio, a aquellas reuniones en el Hotel Libertador, antes del 11 de diciembre del 2023. Imagina el líder del PRO que ahora sí no le quedará más remedio a LLA que aceptar que se incorporen los suyos al gabinete. El expresidente sigue amagando con ser “oposición”, pero en sus fueros íntimos quiere ser oficialismo. Tal vez, en el estado de fragilidad del partido amarillo, sea más viable conseguir posiciones desde adentro y mantener en pista la escudería. “Que Mauricio diga lo que quiera, pero el presidente es Milei”, le bajan el precio en Balcarce 50, en lo que parece ser una historia que se repite. El arma que podrá tener Macri en sus manos son los porotos que a LLA le seguirán faltando para llegar al tercio.

En tanto, también asoma lo opción gobernadores como garantes de la institucionalidad. En estas elecciones el partido que conduce Karina Milei logró alianzas circunstanciales con cuatro mandatarios, dos radicales (el mendocino Alfredo Cornejo y el chaqueño Leandro Zdero) y dos del PRO (el porteño Jorge Macri y el entrerriano Rogelio Frigerio). No son sociedades programáticas, sino una necesidad recíproca. Pesó, sobre todo, el costo que hubiese significado una derrota de esos oficialismos locales contra un PJ en reconstrucción, que entendió que la mejor forma de hacer campaña es el silencio.

Queda, también, el conglomerado Provincias Unidas, que une al cordobés Martín Llaryora, al santafesino Maximiliano Pullaro, al chubutense Ignacio Torres, al jujeño Carlos Sadir, al correntino Gustavo Valdés y al santacruceño Claudio Vidal. Este grupo también se hizo opositor por necesidad, debido al hartazgo de las promesas incumplidas y a la falta de códigos (en términos futboleros) de Karina Milei y los Menem de plantarle rivales partevoto, sin considerar las ayudas proporcionadas.

En Santa Fe se vislumbra un escenario de tercios y en Córdoba hay entusiasmo por un triunfo de Juan Schiaretti. “Nosotros en este tipo de elecciones nunca figuramos, por eso hasta terminar segundos es un buen resultado. Si tenemos chances de ganar es porque se puso al frente el Viejo”, decían en el cordobesismo, donde ven una chance, por fin, de saltar la polarización. El Viejo, claro, es Schiaretti.

En líneas generales, el PJ en esos distritos apunta a sostener a Provincias Unidas y LLA competitivos para que se dividan votos, mientras que la fuerza de los gobernadores intenta atraer el voto útil, ya sea antiperonista o antilibertario, según sea conveniente en cada campo de batalla.

Los mandatarios desembarcaron en la ciudad de Buenos Aires en la semana, por donde debe desfilar necesariamente incluso una fuerza federal. Allí plantearon críticas a Nación, pero coincidieron en la necesidad de discutir una reforma impositiva y una reforma laboral. Guiños a futuro para sentarse en la mesa para prestar apoyo a los dos principales desafíos que tendrá Javier Milei en el Congreso en los próximos dos periodos de sesiones.

Más allá de una eventual colaboración, Provincias Unidas añora un buen resultado que le permita construir un candidato presidencial. El círculo rojo ve con buenos ojos una opción intermedia entre los dos polos actuales, y los jefes provinciales suenan razonables. Fue parte del clima del Coloquio de IDEA en Mar del Plata, por donde pasaron Llaryora y Torres. No estuvo Javier Milei, Manuel Adorni leyó un discurso, Luis Caputo envió un video y Federico Sturzenegger pasó para retar a los empresarios, con tono perentorio. No hubo presencia peronista ni sindical, como otros años.

En general, las alianzas entre gobernadores de distinto signo son de tintes regionales, con una lógica económica. Construir una alternativa política, sin fisuras y de mediano plazo, será un trabajo arduo para Provincias Unidas.





Fuente: Ambito

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