El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) recordó este martes los veinte años de uno de sus trabajos más significativos: la identificación de restos de secuestrados en el grupo conocido como «los doce de la Santa Cruz», los desaparecidos nucleados en torno a quienes reclamaban en 1977 contra el terrorismo de Estado en la Iglesia de la Santa Cruz.
Ese trabajo permitió, el 8 de julio de 2005, hacer pública la identificación de los restos de Esther Ballestrino, Azucena Villaflor y María Eugenia Ponce, integrantes del grupo primigenio de Madres de Plaza de Mayo. A la semana, se identificaron los restos de Angela Auad y la monja francesa Léonie Duquet. Las cinco habían sido arrojadas vivas al mar en los vuelos de la muerte.
El 8 de diciembre de 1977, en la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en el barrio de San Cristóbal, fueron llevadas Ponce, Ballestrino, Auad y la monja francesa Alice Domon, además de Raquel Bulit, Patricia Oviedo y Gabriel Horane. El operativo estuvo a cargo de un grupo de tareas de la Armada, con Alfredo Astiz como infiltrado. El grupo de la Santa Cruz reunía a familiares de desaparecidos que reclamaban por sus seres queridos.
El 9 de diciembre desaparecieron, Remo Berardo (secuestrado en su casa), Horacio Elbert y José Julio Fondovila (ambos interceptados en Paseo Colón y Belgrano). Al día siguiente, la represión alcanzó a Duquet y Villaflor. Esta última había salido a la calle en Avellaneda para comprar el diario La Nación, en el que se publicó una solicitada suscripta por 800 familiares de desaparecidos. Todos los secuestrados pasaron por la Escuela de Mecánica de la Armada.
En los días posteriores, seis cuerpos aparecieron en la playa, en la zona de La Lucila del Mar. Uno sigue sin ser identificado. Más de dos décadas después, el Equipo Argentino de Antropología Forense pudo identificar uno de los otros cinco cuerpos. Fue a partir de las huellas dactilares que le tomaron al cuerpo encontrado el 21 de diciembre de 1977. Como el avance de la genética todavía era limitado, los investigadores recurrían al cotejo de las huellas de desaparecidos con registros de las huellas tomadas a los cuerpos que se encontraban. Era noviembre de 2004.
La identificación positiva de los restos de Auad hizo que el EAAF prestara atención a los otros cuerpos encontrados en la cosa en diciembre de 1977. A fines de 2004 se autorizó la exhumación de esos cuerpos, que había sido enterrados en el cementerio de General Lavalle. Para ellos, los familiares de los secuestrados de la Santa Cruz debieron donar sangre para tener así material con el cual contrastar los restos.
Así se llegó al 8 de julio de hace veinte años, cuando se anuncio la identificación de los restos de las tres madres. Quedó establecido que habían sido arrojadas vivas al mar, por las múltiples fracturas. Y días después llegó la identificación de Duquet. Fue la primera vez que se certificó la identidad de personas arrojadas al mar por la dictadura.
«Los vuelos eran un lugar en el que no se podía hacer nada. Era como el crimen perfecto y estaba más allá de nuestra fuerza», contó Maco Somigliana, del EAAF, ya que «estábamos superando un límite que siempre habíamos tenido».
Más tarde se pudo identificar al avión utilizado para el macabro fin, un Skyvan PA-51 de la Prefectura Naval Argentina. La aeronave despegó de Aeroparque la noche del 14 de diciembre de 1977, de acuerdo a las planillas de vuelo, y regresó tres horas má tarde. La labor del EAAF fue clave para las condenas en la megacausa de la ESMA, en 2017.
Los restos identificados fueron entregados a las familias. Azucena Villaflor descansa al pie de la pirámide de Plaza de Mayo. Los otros cuerpos fueron enterrados en la Iglesia de la Santa Cruz.