Con indicadores sociales a la baja, Milei se repite a sí mismo


Suele ocurrir. Lo disruptivo, en algún momento, se vuelve parte del sistema. Se funde con el objeto que dice combatir, con el que deja de diferenciarse. A casi diez meses de haber asumido, Javier Milei empieza a tener, en el plano político, cada vez más contradicciones con el archivo reciente.

El congelamiento de la economía empieza a tener consecuencias en el humor social. El rap de la baja de la inflación y el superávit enamora menos. La gente de a pie tiene otros problemas, medidos por otros índices: pobreza y desempleo, por ejemplo. Las últimas encuestas marcan una caída en la imagen de Milei y mayor desaprobación de la gestión. Hasta acá, la motosierra era contrarrestada solo con paciencia por parte de la sociedad. Algo cambió.

La ventaja para Milei es que, aunque su imagen desciende, no hay contrapeso. Nadie capitaliza, ningún dirigente de otro espacio es mejor visto que antes. El mal de muchos es un respiro para el oficialismo. Esta semana que termina fue otra muestra del resquebrajamiento de los partidos opositores: revivió la interna del peronismo, en especial en Buenos Aires con la pulseada Axel Kicillof vs La Cámpora, y el radicalismo hace recuento de daños, con suspensión “preventiva” de diputados en el menú.

No obstante, pese a las penurias ajenas, la situación enciende una luz amarilla en la sala de controles del Gobierno. Y, hasta acá, la respuesta fue débil: quizás el mago se quedó sin trucos. Milei se repite, busca recrear una mística vaporosa. Y al mismo tiempo cae en errores ajenos, en los de “la casta”, a la que La Libertad Avanza (LLA) se parece cada vez más.

La primera función se dio el domingo pasado, con el show de Milei en el Congreso. Apeló a la máxima futbolera de “equipo que gana no se toca”. Volvió a un acto nocturno, amagó con copar el prime time televisivo, como había ocurrido con la apertura de la asamblea legislativa o con la firma del Pacto de Mayo en Tucumán. Esta vez, hubo un apagón televisivo. El otro truco al que apeló el Presidente ya se vio, deja de tener efecto, comienza a quedar viejo: las críticas a “la casta”, las chicanas, el tono agresivo y el discurso economicista. La sociedad ahora, parece exigir resultados. No los de Excel, sino los del bolsillo y la heladera.

Los déjà vu seguirán los próximos días. El martes en la ONU, con un discurso crítico contra el organismo, donde buscará posicionarse en el mapa global con cuestionamientos laterales a las elites mundiales, como ya lo hiciera en el Foro de Davos. Luego, de regreso a esta pampas, intentará recrear la épica libertaria de Parque Lezama para lanzar a LLA como partido nacional de cara a las legislativas 2025. El escenario será el mismo del que utilizó para cerrar la campaña de 2021. Una vuelta al mito de origen. Habrá diferencias en la foto. Los escoltas de aquellas horas se fueron alejando o bien fueron corridos de la etapa de gestión.

Endogamia

Pero Milei no solo se repetirá a sí mismo en su intento de mantener el vínculo con sus votantes. También empieza a tropezar con piedras con las que se golpearon otros. Como antes le ocurrió al kirchnerismo (y todavía le ocurre a juzgar por el acto de Máximo Kirchner del viernes), se habla a sí mismo. Los libertarios se dan palmadas entre ellos, se felicitan, cierran un círculo endogámico. Se notaba en las redes, en cada posteo, en los comentarios auto satisfactorios. En el Congreso, el domingo pasado, la postal fue más clara y presencial. El recinto de Diputados semivacío y los gritos de hurras en cada pausa guionada. Si se trata de una mera estrategia comunicacional, vaya y pase. Si Milei compra el microclima, estará en un problema.

Asimismo, el Presidente comenzó a practicar ese viejo deporte nacional: dibujar Presupuestos generosos, llamativamente optimistas, que luego en la práctica son incumplibles. Las metas del dólar pisado en $1.207 y la inflación apenas superior a 18% pusieron colorados a los propios. Ningún opositor podrá alzar el dedo y ensayar un enojo. El pasado los condena.

También se reiteran las estrategias. Como en la Ley Bases, que se redujo casi a la mitad en camino de espinas que llevó a su sanción, ahora la pauta de gastos será negociable. Con exageraciones manifiestas. Por caso, el llamado a los gobernadores a recortar u$s60.000 millones de pronto pasó a ser un anhelo, una utopía. A los pocos días el objetivo era u$s20.000 millones, según el oficialista José Luis Espert, titular de la comisión de Presupuesto. Y vaya uno a saber en cuánto terminará esa cuenta.

Lo cierto es que los mandatarios provinciales serán la llave para aprobar la ley. Ni los aliados de Juntos por el Cambio, ni los sellos provincialistas que suelen apoyar al Gobierno están dispuestos a seguir concediendo sin recompensas. Por eso, las reuniones uno a uno serán clave. Obras, deudas de cajas previsionales, subsidios al transporte, a los salarios docentes, etc, son reclamos extendidos en todas las regiones. Asimismo, cada provincia tiene una realidad diferente. En cuanto al conjunto, en los hechos tienen desde hace años mejores resultados fiscales que la Nación. Lo sabe Milei, que buscó inclinar esa balanza del Estado nacional deficitario y los subnacionales superavitarios. Tiró de la cuerda, pero ya está cerca de romperse.

Tampoco le alcanzará con blindar el club del veto. Los héroes que celebraron el freno a la reforma jubilatoria (un festejo que explica caídas en encuestas) podrán convertirse en un scrum como los conminó Milei en el asado. Pero ese scrum alcanzaría para contener los proyectos opositores con los dos tercios en cada cámara. Para aprobar las iniciativas propias necesita el oficialismo construir mayorías. Para ello, deberá desplegar otras tácticas, que incluyen, claro está, a las de la casta.

Juego de la oca

En este contexto, ni siquiera queda claro cómo seguirá la relación con el PRO. Un vínculo oscilante que un macrista pura cepa definió como “el juego de la oca”. Se retrocede un casillero, se avanzan dos. O al revés. Al asado “de los 87 héroes” se ausentaron nueve diputados del sello amarillo. Una forma de marcar distancia. Quienes fueron, se sentaron más cerca de la mesa principal de Milei que los propios libertarios. El pedido del “scrum” tiene doble lectura: una apuesta por apurar la fusión que propugna Patricia Bullrich (también parte de la mesa principal) pese a Mauricio Macri o bien un gesto de buena voluntad hacia el expresidente.

La guerra Macri vs Bullrich atraviesa al PRO y redefine el vínculo con LLA. En ambos bandos acusan de falta de músculo a sus adversarios. Los adalides de la ministra de Seguridad leyeron que quienes se sentaron en el quincho de Olivos no responden a Macri. En el entorno del expresidente observan que hubo presencias de cortesía, pero que es Bullrich “quien cuenta con los dedos de una mano” a los legisladores propios.

Lo ocurrido el viernes en torno al conflicto aeronáutico fue otro síntoma. Macri publicó un extenso tuit con propuestas para Aerolíneas, con foco en la privatización. Casi inmediatamente el Gobierno salió con una solución alternativa, la operación de la compañía a través de una empresa privada de la región, para poner presión a los gremios. «No necesitamos de ninguna privatización ni ningún proyecto de privatización”, primero. “Es muy largo el posteo de Macri, no lo leímos. Además ¿qué cargo ocupa?”, señalaban después en la Casa Rosada, no sin sorna.

Como fuera, mientras desde Balcarce 50 buscan la forma de ir licuando al macrismo para dejarlo al borde de la extinción, el expresidente analiza la estrategia 2025. Si bien en Provincia se ve más permeable a coincidir con los libertarios, aspira a mantener blindada la fortaleza de CABA con cuadros propios.

A priori, Macri apunta a no candidatearse, y a fortalecer a María Eugenia Vidal, a quien posicionará para encabezar una lista ya sea para Diputados o Senadores. La exgobernadora bonaerense viene levantado el perfil desde la Fundación Pensar. Del gabinete de Jorge Macri, Waldo Wolff (Seguridad) y Fernán Quirós (Salud) son los mejor instalados para la aventura proselitista. Roberto García Moritán (Desarrollo Económico) se muestra con ganas, pero no es un amarillo puro, ya que su partido es Republicanos Unidos, que pendula entre el PRO y los libertarios. Es una opción, pero no juega en clave de interna.





Fuente: Ambito

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