Periodista: Comenzó la temporada de balances. Mientras, la baja de tasas continúa. Es el turno ahora del Banco Central Europeo (BCE). En paralelo, la campaña electoral ingresó ya en su tramo de definición. Se vota el próximo 5 de noviembre, dos días antes de que la Fed defina su propio dilema. ¿Un cuarto de punto o medio punto? ¿O quizás una pausa? ¿Donald Trump o Kamala Harris? Esas son las cuestiones.
Gordon Gekko: Son muchos interrogantes. Y hay más dudas que certezas. Pero contar con una economía saludable, y con -la baja de tasas como trasfondo-, sin urgencias que la precipiten, es un bálsamo. La incertidumbre es grande, pero Wall Street retoza en los máximos, esperando a ver cómo se resuelve la intriga.
P.: Sin excesiva preocupación. Como si cualquier resultado diera lo mismo.
G.G.: A esta altura, es así.
P.: ¿Hablamos de los bancos centrales o de la política?
G.G.: De ambos, porque ambos están en juego. La política monetaria, que ya eligió el camino de la baja de tasas, y la política partidaria de la que se debe elegir un presidente. No sabemos qué decisiones puntuales se tomarán el 5 y el 7 de noviembre, pero no nos quitan el sueño. Los balances empresarios vienen bien. Los bancos comenzaron con el pie derecho. Y eso favorece una buena digestión de antemano.
P.: No es la misma incertidumbre la que rodea a la decisión de la Fed en noviembre que la que concita la decisión del electorado.
G.G.: No. Visto desde afuera, una baja de un cuarto de punto es el voto cantado de la Fed. Gana con el 90% de las probabilidades en todos los sondeos de opinión. Sin embargo, si uno le presta atención a lo que dice un insider que ha sido muy locuaz, como Raphael Bostic, el presidente de la Fed de Atlanta, se advierte que el abanico de posibilidades está más abierto que lo que parece.
P.: Bostic tiene voz y, todo este año, también tiene voto en la decisión.
G.G.: Correcto. Y ha dicho muchas cosas. A principios de año, cuando se barajaban siete u ocho recortes de tasas, fue el primero que lo descartó a viva voz. La semana pasada, luego de la difusión de la inflación de septiembre, también fue el primero que señaló que estaba abierto a la alternativa de tomarse un respiro en la reunión de noviembre. Y a no hacer nada. Este miércoles aclaró todavía más su posición. Le parece bien ejecutar una reducción más de la tasa, de un cuarto de punto, por lo que resta del año. Puede ser el mes que viene o en diciembre.
P.: ¿Le da lo mismo?
G.G.: Sí. No va a cambiar las consecuencias prácticas del proceso. Y como Bostic hay otras seis voluntades de las 19 que emiten opinión. Que ya pensaban esto en septiembre. Y es presumible que se haya sumado alguna más. La data económica es muy robusta. La Fed en septiembre contaba con una revisión a la baja de los ingresos personales que no se produjo.
P.: Más bien, todo lo contrario.
G.G.: Tal cual. Lo importante es que el proceso de baja de tasas sí es una decisión tomada. Y se justifica plenamente. Más todavía fuera de los EEUU. La inflación en retroceso le abre la puerta este jueves al tercer recorte de tasas del BCE, que en principio se iba a demorar más. Y la caída de la inflación en Gran Bretaña, la general por debajo de 2% y la de servicios, todavía alta, pero también muy por debajo de lo estimado, anticipa otro guadañazo a la tasa en la próxima reunión, en noviembre. Puede haber dudas con respecto al timing, la merma del precio de la energía está adelantando la agenda, pero la dirección del movimiento es clara. Y con esa incertidumbre acotada los mercados pueden convivir cómodamente.
P.: La elección parece otro cantar. No es lo mismo Trump presidente que Harris presidente. ¿O sí?
G.G.: No. Harris es vista como una continuidad. Trump es explosivo. Wall Street tiene sesgo republicano, pero también aversión al riesgo.
P.: ¿Se compensan así?
G.G.: En su primera campaña presidencial, cuando a Trump le iba mal, por ejemplo, en su primer debate, Wall Street subía.
P.: Wall Street cotiza en récords y Trump es de nuevo el favorito de los mercados de apuestas. ¿La Bolsa prefiere creer en las encuestas del voto popular que la ponen a Kamala por delante?
G.G.: Las encuestas son ilíquidas, y el voto popular no elige al presidente, sino el Colegio Electoral. Y su suerte se dirime en siete estados clave, cuyo desenlace es arduo pronosticar. Wall Street no sabe el resultado. Lo que sí sabe es cómo gobernó Trump en su primer mandato. Sobre todo, conoce su tremenda preocupación por mostrar la bonanza de la Bolsa como explicación directa de la calidad de su gestión. Por eso no se asusta como la primera vez.
P.: Siempre se puede cometer un error de cálculo. Máxime si se juega con fuego.
G.G.: En cuyo caso, la Bolsa lo va a facturar, que sería la mejor manera de impulsar a corregirlo rápido. De momento, la Bolsa ignora el resultado, pero tampoco le quita el sueño. Eso podría cambiar si el escrutinio no se esclarece rápido y le toca montar una vigilia.