La teoría del delito imposible: la última carta de la defensa de Sabag Montiel | La apuesta para reducir la pena y el antecedente de la Cámara Federal


En la última audiencia del juicio por el atentado a Cristina Fernández de Kirchner, la defensa del principal acusado, Fernando Sabag Montiel, mostró que apuesta a que se le aplique la teoría del delito «imposible», ya sea para reducir el monto de una eventual condena o directamente para conseguir su absolución. Se basa en dos cuestiones: una, que la bala no había ingresado a la recámara del arma y, otra que introdujo la letrada, es la posibilidad de que el cargador no hubiera estado bien colocado. Su planteo sería que en esas condiciones la pistola no servía para disparar. No se sabe cómo funcionará esta estrategia ante el Tribunal Oral Federal 6 (TOF 6), pero Página/12 reconstruyó que dos meses después del intento de magnicidio un tribunal, la Sala I de la Cámara Federal, ya descartó ese mismo argumento cuando lo invocó el defensor de otro de los imputados, Gabriel Carrizo, el dueño del negocio de los copos de azúcar que Sabag y su novia, Brenda Uliarte, utilizaban para hacer inteligencia alrededor de la casa de CFK. 

Para intentar sacar a Carrizo de la cárcel, el abogado Gastón Marano alegó ante la Cámara en octubre de 2022 que el hecho se había frustrado porque «el medio elegido fue desde un inicio inidóneo para crear el resultado al haberse gatillado una pistola de simple acción, sin amartillar (poner el arma en posición de disparo) y sin bala en la recámara». Con ese enfoque, sostuvo, el delito no se podría cometer. Decía que según el artículo 44 del Código Penal, que se refiere a los delitos en grado de «tentativa», «si el delito fuera imposible, la pena se disminuirá en la mitad y podrá reducírsela al mínimo legal o eximirse de ella, según el grado de peligrosidad revelada por el delincuente». 

¿Qué le dijo la Cámara? Que la pistola Bersa 84 Lusber calibre .32 había mostrado en las pericias ser apta para disparar y por ende, era un «instrumento eficaz» y podía «producir el resultado lesivo» que pretendía Sabag Montiel. Si la bala no estaba en la recámara al presionar el gatillo, detalló el tribunal, esto «no elimina la hipótesis de que el autor la pudiere haber colocado un instante antes o luego de que se frustrara la acción del disparo, particularidad que pudo haber ocurrido por la impericia en el uso del arma por parte del autor, pudo haber influido la adrenalina y el nerviosismo del momento, una falla imprevista en el mecanismo de acción del arma y finalmente impedida por la intervención de terceras personas que se encontraban en el lugar y no por la propia acción voluntaria de desistir…». El fallo, del 31 de octubre de 2022, estaba firmado por Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Mariano Llorens. Los dos primeros fueron nombrados como camaristas por Mauricio Macri por un mecanismo de traslado, sin concurso. Llorens concursó y fue nombrado por el mismo gobierno. Kirchneristas no son. 

En la audiencia ante ese tribunal de alzada la querella de CFK –a cargo de Marcos Aldazabal y José Manuel Ubeira– explicó que no se puede hablar de delito imposible en este caso. Delito imposible sería, por ejemplo, dispararle a un muerto, o intentar cometer un homicidio con una pistola de juguete. Desde este ángulo, el caso de Sabag Montiel sería una tentativa de asesinato idónea que no se consumó por cuestiones ajenas a su voluntad. De hecho él mismo Sabag dijo hace tiempo –por ejemplo– en la única entrevista que dio en televisión, en C5N, que se había puesto «nervioso» al intentar disparar «entre tanto tumulto y tanta gente». El día que prestó declaración indagatoria en el juicio oral ante el TOF 6, volvió a decir que intentó matar a la entonces vicepresidenta por su propia decisión, fue insistente en que nadie lo había mandado, y no mostró arrepentimiento alguno. Dijo que lo había hecho por «la situación del país», además de tratar a la expresidenta de «ladrona», entre otras cosas.

Carrizo también declaró en indagatoria en el juicio, pero no aceptó preguntas. En chats inmediatamente posteriores al atentado les decía a familiares y amigos: «Recién intentamos matar a Cristina» y frases tales como que su «empleado», o sea, Sabag Montiel, era un héroe a pesar de que no hubiera logrado su cometido. También mostró, en un comienzo, que creía que había utilizado un arma suya, «calibre .22 corto», pero luego le dijo a su hermanastra que el arma hallada era otra. En efecto, era una Bersa calibre .32. No está descartado que haya habido un arma más de por medio, pero nunca fue hallada. El argumento de Carrizo para intentar despegarse es que todo lo que dijo en los esos intercambios de mensajes pos atentado fueron bromas de humor negro. Su defensor se aferra a demostrar que de los chats analizados hasta ahora no habría participado de la planificación del intento de magnicidio. 

¡Un arma en la sala!

La discusión sobre la aptitud del arma y si en el momento clave podía disparar, fue el eje de la audiencia del miércoles último y hubo una situación que descolocó a todos/as en especial a quienes veían el juicio en forma remota. Cuando declaraba la segunda testigo, Abril Pizarro, de la Unidad de Búsqueda de Evidencia de la Policía Federal, el arma fue exhibida en primer plano en la pantalla de la transmisión. La mujer mostraba de qué partes de la pistola había levantado rastros. Esa imagen motivó que Youtube inhabilitara el canal del tribunal, que recibió una notificación que decía: «Hola Poder Judicial. Queremos informarle que nuestro equipo revisó su contenido y creemos que infringe nuestra política de armas de fuego…». Junto con eso explicaba que la empresa había eliminado el tramo que consideraba controvertido. Fue extraño, teniendo en cuenta que es habitual que circulen imágenes de pistolas. 

Como resultado, la audiencia solo la vieron quienes estaban en el tribunal: no fue pública ese día. Cada medio hizo luego su interpretación. Para algunos fue una jornada que podría determinar un giro en el caso que dio argumentos para librar de culpa al confeso Sabag Montiel; para otros, los peritos dejaron en claro que la bala podía haber salido perfectamente y que no salió por mero accidente; una tercera posición combina que la defensa del hombre que quiso matar a CFK busca razones para mejorar su situación y plantea la idea del delito imposible, aunque los peritos defendieron que la pistola podía haber funcionado tranquilamente y la falla fue casual, ligada tal vez al desgaste de una pieza y a un «error» humano. 

Los tres peritos balísticos de la Policía Federal declararon en forma de coloquio. Fueron claros. Ezequiel Soria, delgado, de remera azul, algo acelerado, relató que se encargó de examinar el arma la noche del atentado en el lugar donde había sido hallada por manifestantes. «Antes de manipular el arma, como era la vía pública, pusimos en el piso un papel para no contaminar, para dejar bien en claro, para que se vea también en las fotografías en el video», dijo. «Procedí a acondicionar el arma, a ponerla en condiciones seguras para su manipulación», señaló y dijo que observó que estaba vacía la recámara. «Retiro el estuche del cargador», siguió, «después compruebo al llevar la corredera hacia atrás que en el cargador sí había cinco municiones, había cinco cartuchos». 

Alejandro Leonard, moreno y de remera marrón, quien participó de las pruebas balísticas posteriores, hizo una demostración de cómo se «monta» el arma. En un momento algo tenso, dijo ante todos que iba a verificar que el arma estuviera descargada y, para dar tranquilidad, que apuntaría hacia el piso. Mauro Berlanga, delgado y corte de pelo rapado al costado, contó que tuvo que hacer informe sobre «la deflagración de la pólvora», mediante una «técnica colorimétrica» que «da un color fucsia» si hay restos de pólvora «incombusta» dentro del arma. Eso fue lo que ocurrió. Había pólvora, dijo, pero no se puede determinar cuándo fue disparada la pistola 

–¿El arma funciona o no funciona? –insistió la fiscala Baigun. 

–El arma funciona y es apta para producir disparos –respondió Leonard. 

–¿Esto es concluyente? 

–Concluyente.

Luego Leonard profundizó: «Aptitud es si funciona o no funciona. En este caso funciona y es apta (…) el arma fue apta de funcionamiento anormal por el desgaste de una pieza que se llama elevador de cartuchos en el que cargador, que no llegaba a retener la corredera. En el último disparo, al no haber cartuchos en el almacén, no se indica que ya no hay más cartuchos, o sea, queda cerrada (…) el martillo cae sin producir el disparo». Pero aclaró: «La alimentación, disparo, extracción, eyección de la vaina servida funcionan correctamente». «Esta pericia –dijo– la hicimos disparando una caja entera, 50 cartuchos acordes al arma calibre .32 y de los cinco que quedaban se tomo uno al azar para hacer una prueba de idoneidad». Le preguntaron si se requiere un procedimiento especial ante la «anomalía» que mencionó. «No, no, dispara igual, lo único, no nos indica que no tenemos munición en la recámara». El procedimiento que usaron ellos fue habitual: «Colocamos el cargador en el arma, tiramos la corredera hacia atrás y se procede a apretar la cola del disparador y ya se producen los disparos sucesivamente». 

La defensora oficial de Fernando Sabag Montiel, Fernanda López Puleio, pidió exhibir el video del momento en que Soria agarra el arma en la escena del hecho. Soria asegura que cuando vio el arma «tenía el cargador colocado y la corredera cerrada, el martillo estaba en descanso y sin seguro». La letrada le muestra una captura

–¿Cómo ve la posición del cargador en esa captura? –preguntó ella.

–Colocado dentro del arma, esta dentro de la empuñadura –respondió el policía. 

Luego aclaró que no llegaba a ver si estaba totalmente introducido pero que «la base del cargador está donde tiene que estar, introducido en el arma y recuerdo que cuando yo presioné el tetón del retén del cargador, salió expulsado. Estaba retenido (…) desde el momento en que yo tomo el arma no hubo manipulación para que se soltara o que yo hubiera hecho para que el cargador estuviera así». Se refiere a unas fotos en primer plano del arma que le mostró López Puleio publicadas por varios medios, en  teoría exactamente posteriores al hallazgo. Y la abogada le preguntó: «¿Si el cargador está en esa posición el disparo se puede producir?». «Habría que hacer pruebas», dijo Soria. 

Testigos estelares en puerta

Para el miércoles próximo están citados testigos vinculados con Brenda Uliarte. Una es Agustina Díaz, quien incluso estuvo detenida a raíz de diálogos que mantuvieron, pero terminó liberada y sobreseída. Es la amiga a quien Brenda tenía agendada como «Amor de Mi vida» y le contó, el día que Sabag Montiel hizo un primer intento de magnicidio pero no avanzó: «Hoy me convierto en San Martín, voy a mandar a matar a Cristina… Me re pudrí que hablen y no hagan nada. Yo sí voy a hacer. Se me metió el espíritu de San Martín en el cuerpo… qué hija de puta se metió adentro antes de que le meta el tiro».  «Mandé a matar a la vice Cristina. No salió porque se metió para adentro. Una bronca te juro la tenía ahí. Los liberales ya me tienen re podrida yendo a hacerse los revolucionarios en Plaza de Mayo, basta de hablar hay que actuar», insistía Uliarte. No era la primera vez que le hablaba del tema a Díaz.

También está citado Lucas Ocampos, un ex novio de Uliarte, a cuya casa se fue a pasar la noche después del atentado, mientras detenían a Sabag Montiel en Recoleta. Para dentro de dos semanas empezarán a aparecer algunos testigos ligados a la chica y al mundo libertario, como Miguel Prestofelippo, un influencer y youtuber conocido como «El Presto», condenado por amenazas a CFK, quien tuvo un romance con Uliarte. Está convocado Hernán Carrol, sobre quien en realidad hay una pista, se supone, sobre vínculos políticos, y el humorista libertario activo en las redes Martín Almeida, entre otros. 



Fuente: www.pagina12.com.ar

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