Carla Martín Bonito: El consumo se está recuperando de manera dispar según las categorías de alimentos y bebidas. En el caso de alimentos, es más consistente que en el caso de bebidas y, especialmente, de bebidas no alcohólicas, que aún no termina de marcar una tendencia de recuperación. En el primer semestre de 2025 las ventas minoristas de alimentos y bebidas crecieron 4,1% contra el mismo período del año pasado, aunque todavía se mantienen por debajo de la mayoría de los años previos (sólo superan a las registradas en 2019). La recuperación en alimentos es de 2,2% interanual y 4,9% en el acumulado enero-junio. En bebidas, en cambio, se observa caída interanual de 4,1% y estancamiento en el acumulado. El año pasado veníamos de caídas en los niveles de consumo para todos los rubros de alimentos. El fin del “stockeo” obliga a repensar estrategias comerciales: hoy el consumidor busca precio, busca promociones y busca consumir lo justo.
P.: ¿Cómo evolucionaron los precios en promedio en la industria alimenticia?
C.M.B.: Los precios se están desacelerando. Hoy el contexto en el que opera toda la economía sigue siendo de inflación a un menor ritmo. El último dato oficial es de 1,4% mensual para la categoría alimentos. Todavía el ritmo de desaceleración en el caso de los precios a salida de fábrica es mucho mayor al que registra el canal minorista.
P.: ¿Cuánto les afectan las importaciones de alimentos?
C.M.B.: Las importaciones forman parte de nuestra actividad. O sea, nuestras empresas importan materias primas, insumos para la producción y también bienes finales como parte de su portafolio. Estamos importando alrededor de u$s2.000 millones. Eso fue histórico.
P: ¿Les cuesta conseguir personal?
C.M.B.: Depende. Los sectores de mano de obra intensiva, que están vinculados a actividades más primarias, tienen mayor dificultad. No solamente en lo referido a la preparación sino también a la disponibilidad. Los jóvenes ya no apuestan a trabajar en el campo. Hay mucha migración y cuesta contar con el personal en la cantidad, en tiempo y en forma.
Competitividad
P.: ¿Qué tan competitivo es hoy el sector?
C.M.B: Producir en Argentina es caro. Es caro por la alta carga tributaria que en el caso de alimentos está en el orden del 40% para los alimentos y el 50% para las bebidas. Cada 10 productos que compra una familia, casi la mitad son impuestos. Después hay otros costos que también inciden en la competitividad, sobre todo cuando nosotros nos comparamos con el mundo. El costo logístico es uno de ellos. Estamos hablando de costos logísticos que están 40% por encima del promedio regional. También tenemos toda la situación o la rigidez que está enmarcada en las relaciones laborales, en los convenios colectivos, que necesitan una revisión, rediscutirse y modernización.
P.: ¿Qué debe hacerse en materia de regulación laboral?
C.M.B.: Es necesario modernizar marcos que llevan años de desactualización, que incluso no contemplan todo lo que es el avance tecnológico. Estamos hablando de convenios que son anteriores a la existencia de Internet. Hay funciones que ya no existen, pero que están contempladas en los convenios. Por ejemplo, en el caso de pastas o de tapas frescas estaban los cortadores, los que cumplían la función de cortar de forma manual las tapas para empanadas. Esa función hoy ya no existe. Se tiene que poder reemplazar por funciones nuevas. Sin embargo, el convenio sigue contemplando funciones inexistentes y no da lugar quizás a funciones nuevas. Le voy a comentar además un caso que genera ineficiencia y costos directos. En el marco colectivo de transporte de carga se exige llevar a tres personas en un camión vacío. Para la exportación, hemos hecho un análisis sobre cuánto cuesta mover un contenedor de 40 pies y es más o menos 3 veces más caro que en países de la región. En el caso de la importación, según otro informe, es 13 veces superior el costo de mover un contenedor de mayor carga en nuestras terminales.
P.: ¿Cómo está la situación de infraestructura? ¿Tienen diálogo con las autoridades?
C.M.B.: Lo que se comenzó en términos de la agenda de logística fue la habilitación de los tramos para la operación de los bitrenes para disponer de un medio que pudiera trasladar más carga. Desde ya que hay todavía un montón de desafíos. Los déficits de infraestructura forman parte también de esa agenda. Por ejemplo, qué posibilidades hay de recuperar el ferrocarril y también poner en condiciones la operación en puertos, un tema fundamental. Argentina necesita exportar para crecer y nosotros somos un sector con un potencial inmenso.
Potencial exportador
P.: ¿Cuánto exporta el sector?
C.M.B.: El sector aporta de manera constante divisas al país, con un saldo positivo que ronda los 30.000 millones de dólares anuales. Se trata de una de las pocas ramas industriales con balanza externa ampliamente favorable. Con la agroindustria representa el 60% de las exportaciones de Argentina. Nosotros representamos cuatro de cada diez dólares de exportación. Nuestro sector ya aporta el potencial que se proyecta con sectores como Vaca Muerta o el litio. Vendemos a más de 170 destinos en los cinco continentes. COPAL representa 14.700 empresas y la cadena alimentaria emplea directamente a más de 400.000 trabajadores y se distribuye en todo el territorio nacional. Esto fortalece el arraigo productivo y la posibilidad de expandir polos exportadores en distintas provincias.
P.: ¿Y podrían exportar más?
C.M.B.: El potencial exportador es enorme. Tenga en cuenta que la Unión Europea tiene 177 acuerdos comerciales, Chile tiene 30 y la Argentina sólo 10. Hoy la industria de alimentos y bebidas está produciendo al 60% de su capacidad instalada. Hay un enorme potencial de crecimiento.
P.: ¿Cómo impactan los aranceles impuestos por la administración Trump?
C.M.B.: Impactaron en nuestra industria porque se dio un incremento de los promedios: eran de 5% y ahora se agrega un 10%. Lo que esperamos es que prosperen las conversaciones para justamente tener una mejor posición respecto de lo que hoy rige. Sabemos que esas conversaciones se vienen dando.
Carga tributaria
P.: Si le pidiera una medida al Gobierno ¿cuál sería?
C.M.B.: Primero trataría de concluir el sendero de baja de impuestos ya anunciado por el Gobierno y que fue recorriendo. Tiene que ver con los derechos de exportación, el impuesto país (que se eliminó), débitos y créditos. En los casos de ingresos brutos y de todos los impuestos que generan saldos a favor de las empresas y que son retenidos por parte del sistema, que se eliminen los mecanismos de recaudación anticipada. De esta forma se evitaría la acumulación de saldos que no son de libre disponibilidad e impiden a la empresa disponer de una liquidez que le corresponde. Considerando que las reformas llevarán tiempo, planteamos ámbitos que requieren de acción como escenarios intermedios. Es necesario recuperar la liquidez de los saldos inmovilizados tanto ante el Estado Nacional y los Provinciales. El sector tiene inmovilizados montos millonarios. Ante el Estado Nacional, los saldos a favor en IVA, reintegros a la exportación pendientes de cobro y lo que resta del Impuesto PAÍS, por ejemplo. En un panel de 19 empresas exportadoras de alimentos y bebidas se contabilizan actualmente 17,5 millones de dólares adeudados por reintegros que corresponden a exportaciones de los últimos cinco años. En el caso del IVA, algunas empresas de alimentos y bebidas venden productos con IVA reducido (10,5%), pero sus insumos y costos están gravados con IVA pleno (21%). Eso genera lo que se llama “saldo técnico de IVA”: la empresa paga más IVA en sus compras que lo que cobra en sus ventas. Es un problema crónico que necesita una reforma para habilitar la devolución o la transformación en saldos de libre disponibilidad. Empresas del sector acumulan hasta 12.000 millones de pesos en lo individual.
P.: ¿Y cómo es la situación con las provincias?
C.M.B.: Con las provincias, la problemática es grave y tiene gran impacto financiero con la acumulación de saldos a favor por Ingresos Brutos. Es decir, un excedente de impuesto abonado anticipadamente y que se genera por resultar el pago de retenciones o percepciones practicadas por bancos, clientes o proveedores, superior a la obligación mensual. Un relevamiento realizado por nuestro Departamento Fiscal con 28 empresas arrojó que se han acumulado 32 mil millones de pesos en “saldos a favor” por ingresos brutos. En promedio, las empresas demoran 2 años en recuperar sus saldos a favor, pero algunas provincias demoran hasta 8 años.
P.: ¿Qué cosas les preocupa del escenario electoral que estamos transcurriendo?
C.N.B.: Más allá del escenario electoral, quizás la inquietud o el foco está puesto en cómo se transita todo este contexto político preservando la estabilidad y el ordenamiento macroeconómico logrado. Para nosotros como sector es fundamental seguir desarrollando nuestra actividad conteniendo cualquier situación de volatilidad, de distorsión de precios o alguna cuestión que tenga que ver con el orden macroeconómico. Consideramos fundamental seguir en el mismo sendero, porque también como sector venimos haciendo un montón de esfuerzos para aportar, por ejemplo y entre otras cosas, al sendero de desaceleración de la inflación. Es fundamental la previsibilidad, es fundamental el diálogo intersectorial y es fundamental también poder tener certezas de justamente las iniciativas que para nosotros son impostergables como las reformas tributaria y laboral.
P.: ¿Ustedes confían que va a ser posible implementar estas reformas?
C.B.: Nosotros confiamos primero en la decisión del Gobierno de impulsar esas reformas. Lo que está claro es que como país ya no nos podemos dar el lujo de no dar estas discusiones, porque las posibilidades de crecimiento de todas las actividades económicas dependen de esas reformas estructurales y creo que es evidente para todos. Cuando se analiza la carga tributaria de la Argentina versus los principales exportadores mundiales, es altamente significativa la diferencia. En Argentina, que tiene un potencial enorme para exportar alimentos y bebidas, la carga es del 40 al 50%. Estados Unidos, el principal exportador, tiene 26% de carga tributaria. No hay margen para no dar estas discusiones, independientemente de las dificultades que pueda tener el diálogo y las posibilidades de consenso.
P.: Si tuviera que elegir algo positivo y algo negativo de este Gobierno ¿qué sería?
C.M.B.: Que las premisas hayan sido claras y se hayan mantenido a nosotros, como sector, nos da un horizonte de trabajo sobre el que podemos construir, independientemente de las diferencias.
P.: ¿Se refiere al equilibrio fiscal?
C.M.B.: Exactamente. Te da el margen para determinar qué iniciativas tienen factibilidad y qué iniciativas no tienen factibilidad. Lo que falta, me parece, es quizás un mayor diálogo.
P.: ¿Cómo afectó al sector la suba de tasas?
C.M.B.: La suba de tasas ya generó que el crédito sea inviable para cualquiera de nuestras empresas. Entendemos que ahora el escenario de tasas se viene ajustando y la idea es poder siempre seguir adelante en lo que se refiere a la agenda de acceso al financiamiento.
P.: ¿Han quebrado empresas?
C.M.B.: Lo que no ha cambiado es la iniciativa de la inversión.
P.: ¿Cuánto invierte el sector?
C.M.B.: Venimos registrando anuncios de inversión a lo largo de toda nuestra historia y en el último año estamos hablando más o menos de 2.000 millones de dólares. Son anuncios de inversión que vamos relevando en distintos medios o notificaciones de empresas de la industria de alimentos y bebidas.
P: ¿Que espera para el país en el corto plazo?
C.M.B.: Seguir mejorando y mantener el orden y la estabilidad macroeconómica es fundamental. Combatir desde ya la situación de pobreza es algo impostergable para todas las actividades y todos los actores políticos, económicos y legales.