La tensión cambiaria de julio dejó fuertes interrogantes sobre el dólar oficial, en un contexto de elevada volatilidad con las tasas. Si bien en los primeros días de agosto la divisa retrocedió casi $57 (-4,1%), esta baja se explica en parte por la reducción permanente de retenciones, que incentivó una mayor liquidación del agro tras semanas de freno por pérdida de competitividad. A ello se sumó un factor clave: la supertasa de interés, a partir de la cual parte del mercado volvió a apostar por estrategias de «carry trade».
Ahora bien, en los próximos meses vuelve uno de los fantasmas más temidos por los inversores y los gobiernos: las elecciones. Se trata de comicios de medio término, aunque no se celebran en todos los distritos en el mismo momento: las nacionales y las de distritos clave como provincia de Buenos Aires y CABA, hasta el momento, solían compartir fecha de comicios. Sin embargo, esta vez fue diferente: la Ciudad las realizó en mayo, Buenos Aires las tendrá en septiembre y las de la Cámara de Diputados y Senado tienen fecha para octubre, tal como suele ocurrir.
De cara a los comicios de octubre, el mercado comienza a rever sus carteras de inversiones. Como cada año electoral, los analistas coinciden en que la dirección de las variables del dólar dependerá en gran medida de la lectura política que hagan los inversores tras los resultados, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires.
En diálogo con Ámbito, el economista Gustavo Ber advierte que la reacción “estará sujeta a la lectura que el mercado haga del resultado, que hoy es incierto”.
En la provincia de Buenos Aires, primera escala electoral, los comicios se dividen en ocho secciones, lo que permite que una fuerza triunfe en algunas y no se imponga en el total provincial. En este escenario, el peronismo sigue observando con recelo la jugada de Axel Kicillof de despegarse de las elecciones nacionales, interpretada como un intento de tomar distancia de Cristina Kirchner. En paralelo, crece la inquietud por una eventual pérdida de terreno en su bastión histórico.
El economista Federico Glustein, en tanto, agregó que “lo primero que uno esperaría es que, si al Gobierno le va bien, el dólar y la tasa estén bajo control; si no, la reacción podría ser mucho más vertiginosa”. Para Andrés Reschini, analista de F2 Soluciones Financieras, “a mayor contundencia del oficialismo, mayor será la demanda de riesgo local y menor la exigencia de tasas altas”.
Dólar post elecciones: un escenario favorable para LLA puede traer alivio cambiario y monetario
El escenario «favorable» para el Gobierno, según Eric Paniagua, de Dekadrak Venture Capital Consulting, sería que La Libertad Avanza (LLA) renueve su fuerza en todos los distritos electorales, que le permitan a su vez no solamente consolidar su visión política, social y económica, sino también el poder político dentro del Congreso Nacional, con lo que también se va a reprogramar esa solidificación de las políticas a tomarse en el futuro. «En ese contexto, diría que es factible que veamos el dólar rondando los $1.300, un poco más abajo de lo que vale hoy, y al mismo tiempo que las tasas se acomoden en el orden del 25% o 30%, pensando más en una tasa de caución», estimó
En un triunfo claro del oficialismo, Ber proyecta que “el dólar podría aflojar hasta $1.250 y la tasa converger hacia el 20%”, en un contexto de menor dolarización y más apetito por instrumentos en pesos. Glustein coincide en que en ese escenario el tipo de cambio se mantendría contenido: “Podríamos ver un dólar en torno a $1.400 a fin de año, con una tasa alineada a la inflación mensual, que debería estar entre 1,5% y 1,9%”.
Para Reschini, un resultado favorable “fortalecería al peso y a los activos locales, incluyendo al ´equity´ y deuda soberana en pesos”, ya que el mercado “vería más músculo para llevar adelante las reformas” y premiaría al Gobierno con menores rendimientos exigidos. Ese proceso aliviaría la carga de tasas y ampliaría el margen de maniobra para el Banco Central.
Dólar post elecciones: un escenario «regular» para LLA traería cautela y tasas intermedias
En caso de un resultado ambiguo, donde el Gobierno gane, pero por un margen acotado y deje abiertos interrogantes de cara a 2027, Ber estima que “el dólar podría seguir alrededor de $1.350 y las tasas en torno al 35%”. Glustein anticipa que “podría haber una tasa mayor que pague el resultado neutro, generando cierta desconfianza, y un dólar moviéndose entre $1.450 y $1.500”.
Para Paniagua, es factible que haya un «dólar más presionado, cercano a los $1.400″, mientras que la tasa interés también subiría, «a la par de esa expectativa de devaluación que va a ponerse un poco más picante de cara a los últimos 2 años de Gobierno».
«Siempre pensando que la posibilidad de pasar nuevas leyes y reformas por el Congreso quede supeditada a esa debilidad transitoria, que pueda llegar a tener si no logra un gran el resultado electoral», aclaró el economista.
Reschini señala que, en este contexto, “la postura será más hacia la cautela si la interpretación es adversa al oficialismo, aunque no de forma contundente”. Esto implicaría que parte de los flujos sigan buscando cobertura en dólares, mientras otra porción se mantenga en pesos, con la tasa funcionando como ancla para sostener la demanda de moneda local.
Dólar post elecciones: un escenario «desfavorable» para LLA traería presión sobre el dólar y salto en tasas
Ante un escenario de derrota clara del oficialismo -que hoy los sondeos no contemplan-, los analistas advierten que podría intensificarse la presión dolarizadora, obligando a elevar la tasa por encima de los niveles actuales. Para Ber, “el dólar podría reacomodarse hasta los $1.450, testeando techo de la banda, y las tasas superar el 50%” en un intento de frenar la dolarización de carteras. En la misma línea, Glustein señala que “el movimiento posterior podría ser más vertiginoso de lo esperado, bajo la hipótesis de que se adoptaría otro tipo de política para sostenerse en el poder”.
Reschini remarca que un resultado adverso “haría que el mercado continúe exigiendo tasas más altas en moneda local, con menor demanda de riesgo argentino”. El impacto se sentiría no sólo en el tipo de cambio, sino también en bonos y acciones, con mayor volatilidad y presión sobre las reservas.
Para Paniagua, es factible que el dólar «tenga una tendencia mucho más sostenida buscando los $1.500, o quizás por encima de la banda, donde veamos una intervención activa del Banco Central». En tanto, la tasa de interés también sería más alta: «probablemente deberíamos pensar en situaciones de emergencia, que converjan en el orden del 60%, como en algún momento hemos visto, o quizás peor», añadió.
Las señales que puedan llegar a dar las urnas no sólo marcarán la agenda del Gobierno, sino que también definirán el pulso de las principales variables financieras de cara al cierre del año.