No se pueden ignorar las contradicciones, en lo que a la hegemonía mundial se refiere, que surgen de la confrontación Estados Unidos-China. Pero en ambos casos, aun siendo un capitalismo de modalidades distintas, el anticapitalismo no está planteado en el horizonte histórico bajo ninguna circunstancia.
Desde esta perspectiva es absolutamente legítimo insistir con la pregunta que se formula desde distintos lugares: ¿estamos en el Final o en un Interregno histórico?
En este caso, Final no se debe entender como si ya no fuera a suceder nada nuevo, sino cómo sucediendo lo que suceda, el Capital y su lógica de reproducción incesante continuará.
Por otra parte, Interregno no quiere decir en esta exposición un mero alto momentáneo o una lentificación de la marcha del capitalismo. Se entiende por Interregno un salto radical que debe propiciar otro inicio, otro comienzo de la existencia humana en su condición poética, social y política.
Llegados a este punto, debo afirmar que me incluyo entre los que piensan que estamos en un Interregno, y que no hay totalidad que se realice como un absoluto y que ya no tenga brechas o fisuras que la descompongan. A su vez, sostener esta alegre posición implica reconocer que se trata de un acto de Fe, un acto de fe sostenido en una invención teológica absolutamente personal. La misma se sostiene, al menos en su presentación mínima en los siguientes puntos: 1) El llamado Jesús es un judío que encarna al verdadero Mesías, y que su muerte en la cruz es también la muerte de Dios. 2) En el propio Mesías, judío, muerto en la cruz, en Cristo se escribe la dimensión de lo no matable. 3) El Cristo no resucita, sin embargo, no se lo puede matar del todo, y este es el grado cero, el punto de partida de cualquier perfecta emancipación: lo no matable del todo.
Ha muerto Dios, pero el Mesías judío sangrará eternamente en la cruz simbolizando el no todo matable.
De este modo, cuando se me cuestiona, por la fuerza política o la voluntad histórica que pudiera poner fin al capitalismo, puedo pensar en esta opción sin necesidad de apelar a ningún fundamento teórico. Lo más importante en este caso es el acto de fe en aquello que ninguna máquina, ninguna técnica, ningún artificio poderoso puede abolir del todo