4 de agosto
Me sentía extraño, pequeño ante una cosa que sucedía a mi alrededor y que veía como una enormidad. La comunidad mapuche, la Pu Lof, la audiencia, la concentración, sentía que eran escenas de una película en la que de repente me habían metido: me sentía insignificante, como una miniatura ante el resto de las personas que gritaban “¡Aparición con vida de Santiago Maldonado!”. Todo me desbordaba y apabullaba, nunca había tenido esa sensación de ser incapaz de reaccionar ante lo que iba ocurriendo.
5 de agosto
Nos comunicamos con el defensor público de Esquel, Fernando Machado, que intervenía en la causa por la presencia de menores en la represión del 1° de agosto. Él nos contó que los perros habían seguido un rastro y habían encontrado un collar y una boina de Santiago, y que el olfato confirmaba que había estado ahí, en el recorrido que nos había marcado la comunidad mapuche, pero de Santiago no había noticias. Yo ya no dormía. Los momentos en que conseguía conciliar el sueño por la noche no duraban más que unas pocas horas. Me acostaba a las dos o tres de la mañana, pensando, y a las seis ya estaba con alguna nota periodística en la radio o tratando de ver qué era lo que podíamos hacer. Esa noche tarde estábamos parados en la cocina hablando con Andrea, ella estaba lavando algo en la pileta, de repente se dio vuelta y me miró, justo en ese momento tuve una sensación muy extraña en el cuerpo. “Alguien me tocó el hombro”, me dijo. Yo no había sido. Nos quedamos con eso extraño que había pasado. Más tarde me llamó Germán y me dijo que había tenido una sensación extraña, y que a raíz de eso le había hecho una canción de Santiago.
7 de agosto
Estábamos en la puerta, cuando se nos acercó un hombre con los ojos llenos de lágrimas. Se presentó con Andrea y le preguntó si me podía saludar. Vicente Zito Lema, abogado, docente, poeta y referente de Derechos Humanos. Estaba tan preocupado como conmovido. Que hubiera venido a vernos me impresionó. En su mirada empecé a descubrir que lo que había pasado con Santiago era más grave de lo que pensaba y que la idea de que lo tenían detenido y tal vez estaban esperando el momento oportuno para dejarlo en algún lado, inconsciente, para evitar responsabilidades, era un deseo más que una realidad. Ese mismo día, Patricia Bullrich habló por primera vez de Santiago, ante una pregunta en una entrevista radial, que daba, en realidad, por otro tema. La ministra había repetido lo que decía el comunicado del juez Otranto: que no podían saber si Santiago había estado ahí, que no tenían indicios.
11 de agosto
A la madrugada, no sé a qué hora sería, escuché una voz que venía de la habitación de al lado. La voz repetía lo que Andrea había dicho en la plaza horas antes. Me quedé paralizado. La miré a Andrea, que dormía agotada al lado mío. En ese instante, pensé que nos iban a abrir la puerta y entrar a buscar. Prendí las luces. Andrea me miró, no entendía nada. Le conté lo que había pasado, pero a ella no le importaba, estaba muy cansada y quería dormir. Era la segunda vez en el día, después del suceso en el avión, que me sentía vulnerable y Andrea no le daba importancia. No sé si realmente no tenía miedo o estaba muy cansada, pero ese impulso de ella fue una fortaleza que me ayudó para poder enfrentar lo que venía: no podía achicarme si ella no lo hacía.
12 de agosto
Por la noche, el periodista Claudio Andrade, de Clarín, empezó a mostrar su verdadera cara y nos cuestionó porque no contestábamos sus mensajes ni sus llamados, y nos advirtió que nos iban a empezar a investigar y que, sin la prensa, íbamos muertos. Los servicios de inteligencia son un hecho, escribió en el mensaje: “Espero que sea fiel Sergio, y no tenga deudas, porque agarrate”. Y también: “Lo veo a Sergio perdiendo la cabeza y eso es justo lo que quieren los servicios, que se pierdan, pero bueno si no me quieren atender…”.
17 de septiembre
El día 17 de agosto se habían llevado los teléfonos a Buenos Aires y el 25 de agosto comenzaron con el análisis de los teléfonos, estos mismos peritos eran los encargados de llevarse en esos días las cámaras de fotos y filmación que se habían utilizado en el operativo, casi 45 días después, una fecha más que considerable para borrar lo que quisieran. El informe final decía que no había nada de interés en los mensajes y llamadas, pero se había hecho en función de los parámetros que había mandado la fiscal, que estaba claro que no estaba investigando una desaparición forzada. No habían hecho ningún análisis, solo buscaron palabras sueltas. No habían hecho todavía el entrecruzamiento de llamadas que nos había informado en su momento el fiscal de la PROCUVIN. En un momento me acerqué a uno de los peritos y le pregunté qué era para ellos una desaparición forzada de persona. Me respondió que eso no existía, que eso había sido “en otra época”, que ahora no había desaparición forzada de personas. No decían ni siquiera la palabra dictadura. En democracia “eso” no pasaba. No manejaban la noción de la desaparición forzada de personas. Después de esa audiencia, pedimos el crudo de la información de los 63 teléfonos para poder analizar lo que se había dejado afuera de la prueba que los peritos prestaron. Para eso, Alejandro tenía que contactar a una persona especialista para que nos pudiera ayudar. Era mucha, mucha in formación y no sé si yo estaba preparado para verla.
A partir de ese fin de semana empezaron a circular por los medios de comunicación algunos de los mensajes que se habían enviado los gendarmes entre ellos. “Tené cuidado, no comentes nada. Vos no escuchaste, ni dijiste que Robledo le dio un piedrazo al individuo”. “Ahí está hablando todavía. Aparentemente dijo que el que tenía a Maldonado en la camioneta era la sargento Sartirana”. “‘Ahí dicen que saquen los vehículos, que escondan”. “Les dimos corchazos para que tengan”. “Hay un desaparecido”. “Che, qué quilombo con lo del desaparecido”; “las noticias dicen sus versiones”; “sabés de verdad que desapareció?”. “Sí, es mi escuadrón. Pero no había nada, todo dio negativo. Es todo blasfemia porque yo estaba presente. Estamos cerca de las elecciones, los K quieren ensuciar al Gobierno”. Al juez y a la fiscal les parecía que no eran relevantes para la investigación. Ellos tenían la mirada puesta en el día lunes. Para mí, era horrible tener que leer esos mensajes, tenía ganas de salir y romper todo, cada día que pasaba estaba más cansado y enojado, Santiago hacía más de 45 días que había desaparecido y no había ninguna información concreta de dónde estaba ni qué le habían hecho.
Santiago, infancia
Con Santiago compartí los primeros dos años y medio de su vida, viviendo en la casa familiar. Mi mamá trabajaba mucho y mi papá llegaba por la tarde, así que yo, que ya no estaba en el Círculo Médico, preparaba el almuerzo, comíamos y después lo llevaba a pasear. Tengo el recuerdo de ir caminando con él por el barrio. Cuando fue un poquito más grande lo empecé a llevar en la bici. Lo sentaba en un canasto que iba delante del manubrio y salíamos a dar vueltas hasta que se quedaba dormido. A decir verdad, también era una excusa para evitar cambiarle los pañales, porque como estaba dormido lo llevaba directo a la cuna. Lo de los pañales era un trabajo que no me gustaba hacer para nada. Al poco tiempo me fui a Buenos Aires y todo cambió.
Desaparición forzada
Volviendo al desarrollo de la causa, Verónica (Heredia) se pregunta cuál fue el primer acto del propio juez (Otranto) contra la denuncia. Y responde: “Llamar a Noceti, jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, para avisarle que irían revisar las camionetas de Gendarmería a pesar de la denuncia del 2 de agosto que sostenía, entre otras cosas, que Santiago Maldonado había sido arrestado ilegalmente por Gendarmería, y que se había dispuesto una audiencia de habeas corpus para que los gendarmes dieran explicaciones. Sin embargo, como en un acto reflejo, levantó el teléfono para avisarle al jefe de la Gendarmería que irían a revisar las camionetas.
Última noticia: las lesiones provocadas por fauna terrestre
Entre los cuestionamientos al Informe de Autopsia de los inexistentes “55 peritos”, Verónica Heredia formuló algunas preguntas con relación a las únicas dos lesiones que presentaba el cuerpo de Santiago. Lesiones incompatibles con la hipótesis de la permanencia del cuerpo durante 78 días en el agua. El nuevo juez, Federico Calvate, ordenó hacer la pericia sobre las lesiones y designó como peritos oficiales a profesionales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (sede Olavarría). Entonces, la querella se presentó el 12 y 13 de febrero (2025) junto con su perito, el doctor Carlos Robles, instancia en la que estuvo presente también el perito de los cuatro gendarmes imputados. El doctor Robles confirmó científicamente que no existe explicación plausible para sostener que el cuerpo de Santiago haya permanecido ex puesto a un medio acuático y/o terrestre en esa cantidad de días sufriendo solo esas dos lesiones. Por eso afirma que el cuerpo estuvo “un corto tiempo” en un ámbito terrestre o acuático. Como dice Verónica, lo contrario sería afirmar una falla en la naturaleza.
A continuación, reproducimos las conclusiones finales del perito: “El cuerpo de SM estuvo expuesto a los efectos de fauna predadora y/o carroñera tanto en un ambiente acuático, como en un ambiente terrestre. El cuerpo de SM estuvo sumergido en algún cuerpo de agua natural (río o lago) por un período corto de tiempo, dando lugar a que predadores y/o carroñeros acuáticos, comieran la zona auricular, malar y maxilar del lado derecho de la cara, según surge del informe de autopsia y videos, pero no un tiempo suficiente para que la fauna carroñera ataque otras partes de la cara y las manos. El cuerpo de SM estuvo en tierra expuesto a la naturaleza, por un período corto de tiempo, dando lugar a que un predador mamífero, de tamaño medio, posiblemente zorro, mordiera el cadáver de SM en la zona frontal izquierda. Que durante el tiempo que el cuerpo de SM estuvo en tierra, sus ropas captaron pólenes de diferentes especies, entre ellas de ciprés de la cordillera, una especie que no está presente en el lugar de desaparición y posterior hallazgo del cuerpo sin vida de SM y curiosamente no captaron el polen de pinos, especie que está presente y en abundancia en el lugar antedicho. Ergo, cuando el cadáver de SM estuvo en tierra, ello no parece haber ocurrido en el lugar donde se encontró el cuerpo”.