Murió Antonio Baseotto, el obispo de las Fuerzas Armadas que en 2005 había recomendado atar una piedra al cuello y arrojar al mar a un ministro de Salud, por lanzar una campaña de reparto gratuito de preservativos y promover públicamente la interrupción voluntaria del embarazo.
La muerte del obispo de 93 años ocurrió el lunes 26 de mayo y fue confirmada por Santiago Olivera, el obispo castrense que reivindica la teoría de los dos demonios y oficia de vocero de los sectores más conservadores del Ejército la Iglesia católica.
Baseotto, quien “fue hallado sin vida en la habitación de su departamento, en la ciudad de Buenos Aires” se desempeñaba como obispo emérito castrense y fue protagonista de una dura controversia que hace 20 años desató un malestar con el Vaticano.
Baseotto y su violenta reacción contra Ginés
Todo comenzó cuando en un reportaje con Página/12 el entonces ministro de Salud Ginés González García se expresó públicamente a favor de la despenalización del aborto. Y continuó cuando esa cartera inició una innovadora campaña de prevención del VIH con distintas acciones en organizaciones civiles y centros de salud, que incluyeron el reparto de folletería informativa y entrega gratuita de preservativos en la vía pública.
Eso, que puede parecer “normal” en la actualidad, fue un cambio del paradigma sanitario hasta ese momento.
Las acciones desataron las críticas furibundas de diversos sectores conservadores, entre ellos la Iglesia. Y su peor vocero fue Baseotto, quien desde 2002 y por designio del papa Juan Pablo II se desempeñaba como obispo castrense.
El obispo remitió una carta a González García en la que lo acusó de apología del homicidio por promover el aborto: “La multiplicación de los abortos que usted propicia con fármacos conocidos como abortivos es apología del delito de homicidio”, le dijo.
También lo cuestionó por lo de los preservativos: “Cuando usted repartió públicamente profilácticos a los jóvenes, (me) recordaba el texto del Evangelio donde nuestro Señor afirma que ‘los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino en el cuello y lo tiren al mar’”.
Pero lo realmente escandaloso fue que esa cita aludió inmediatamente a la metodología utilizada durante la última dictadura en los “vuelos de la muerte”, donde las víctimas del terrorismo de Estado eran arrojadas de esa manera al mar.
La decisión de Néstor Kirchner
Esto ocurrió en un marco de malestar de las Fuerzas Armadas con el gobierno de Néstor Kirchner por el reinicio de los juicios por crímenes de lesa humanidad e impulso de las políticas de memoria, verdad y justicia, fue interpretado inmediatamente como una provocación que el Gobierno no toleró.
La reacción de Kirchner fue pedir el inmediato apartamiento de Baseotto como responsable de la diócesis militar a través de una queja diplomática que llegó al Vaticano.
Las declaraciones de obispo despertaron un amplísimo rechazo de las organizaciones de derechos humanos y diversos sectores de la vida social, política y cultural argentina.
También recibieron el apoyo de los sectores ultraconservadores. Inclusive se hicieron cadenas de oración en la vía pública encabezadas por organizaciones ultracatólicas y nacionalistas que rozan el filonazismo.
Fue un escándalo que desencadenó reacciones de todo tipo y ocupó durante semanas las portadas de noticias. Su magnitud internacional, por el vínculo entre el Estado del Vaticano y la Argentina escaló de modo tal que se puso en discusión órbita de la Iglesia católica en instituciones del Estado.
Hasta el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, tuvo que intervenir y dejar claro la potestad de Roma. “El único que designa a los obispos en la Iglesia es el Papa”, dijo en 2005 quien ocho años después se convirtiera en Francisco.
Baseotto fue removido disimuladamente de la escena militar y dos años después, en mayo de 2007, el papa Benedicto XVI le aceptó la renuncia por haber llegado a los 75 años. No obstante, siguió como obispo emérito castrense.
El anuncio de la muerte de Baseotto
En la carta que anotició sobre su muerte, su sucesor, el obispo Santiago Olivera, se refirió a aquella controversia: “No debemos olvidar, que Mons. Baseotto desde el año 2005, por decisión arbitraria del gobierno de ese tiempo, no pudo ejercer su ministerio con absoluta libertad. Pese a ello, el obispo continuó su misión”, destacó el nuevo defensor de la teoría de los dos demonios en reivindicación de quien hace 20 años evocara los vuelos de la muerte.
Olivera lo llamó “padre y pastor cercano”, y anunció que su misa exequial tendrá lugar en la Catedral Castrense Stella Maris, la iglesia ubicada en el barrio porteño de Retiro que en 1981 fue escenario de la histórica fotografía del dictador Jorge Rafael Videla recibiendo la comunión.