El gobierno de Javier Milei recibió ayer un golpazo en el Congreso con el rechazo a los vetos de las leyes de financiamiento universitario y emergencia pediátrica. Otro más en medio de semanas en las que la euforia libertaria se va desdibujando entre internas, fracasos legislativos y derrotas electorales. Afuera, una multitud se movilizó para acompañar la sesión en la Cámara de Diputados. Como cada miércoles estuvieron los jubilados y se sumó la comunidad universitaria, las y los trabajadores del Garrahan, los movimientos sociales, de derechos humanos y sindicatos que integrana la CGT, además de muchos autoconvocados. En medio de un operativo policial exagerado, en el que las vallas se extendieron más de lo habitual y fueron dispuestas sobre la Plaza de los dos Congresos, hubo celebraciones y festejos colectivos ante el freno al ajuste libertario. Además, hubo marchas en todo el país.
En la plaza, la votación sobre las universidades se vivió como la definición de un partido de fútbol, con el silencio previo a la definición de un penal, como cuando el delantero mira la pelota y, de a poco, empieza a repiquetear y el estadio permanece inmóvil. En el escenario frente al Congreso, los referentes del Frente Universitario miraban atentos el resultado en una pantalla gigante. Alrededor, la multitud también permanecía muda, hasta los bombos dejaron de sonar. Cuando el tablero se tiñó de verde y Martín Menem confirmó el rechazo general al veto de la Ley de Financiamiento, hubo una explosión: gritos, saltos, palmas y, también, algunas lágrimas. Arriba, la emoción fue generalizada, desde los hombres de traje hasta los jóvenes: los rectores se abrazaron con los estudiantes y, a la vez, con los gremialistas. Fue un abrazo colectivo que marcó una nueva derrota del gobierno de Javier Milei, que insiste en su plan de demolerlo todo. “Universidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode”, fue el canto que los unificó a todos. Antes de los festejos, hubo un abucheo especial para María Eugenia Vidal, que decidió abstenerse.
La culminación de la tercera marcha federal universitaria marcó otra herida para la administración libertaria que, en menos de dos años, desfinanció a las casas de altos estudios como nunca antes en la democracia: una pérdida presupuestaria por encima del 30 por ciento, salarios por debajo de la línea de pobreza, 90 obras de infraestructura paralizadas y estudiantes con becas irrisorias, que apenas costean el transporte. “No vamos a ser la generación que deje morir a la universidad pública y el sistema científico. Porque hay miles de pibes que llegan y familias que se sacrifican”, dijo Franco Bartolacci, rector de la Universidad Nacional de Rosario y vicepresidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Tras el discurso, el dirigente de origen radical se abrazó con el presidente del organismo, Oscar Alpa, que viene del peronismo. “Lo que estaba en debate era si el federalismo existía o lo hacían desaparecer”, dijo Alpa, visiblemente emocionado. Y agregó: “Tenemos que seguir porque nos toca el Presupuesto 2026”. Desde el CIN ya anticiparon que el proyecto consolida la pérdida y profundiza el ajuste porque los 4,8 billones de pesos anunciados por el presidente implican anualizar para el 2026 lo percibido a diciembre de 2025, y quedan muy lejos de los 7,3 billones necesarios. También resta saber cómo actuará el Senado con el veto, donde todo indica que será rechazado.
Los argumentos del Gobierno
En la previa de la marcha, desde el Gobierno trataron de deslegitimar el reclamo. Tanto que hasta el subsecretario de Políticas Universitarias de la Nación, Alejandro Álvarez, habló de “terrorismo mediático” ante las noticias que señalaban que la UBA empezó con las medidas de crisis como no usar los aires acondicionados ni los ascensores, excepto casos que lo requieran. Hasta el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, se metió en el barro y lloró por su sueldo de ministro al compararlo con el de los directivos. «Gana 6 veces más que yo y que cualquier ministro del Poder Ejecutivo, que cobramos el mismo sueldo desde que asumimos. Pero los que no tenemos empatía somos nosotros», dijo en referencia al vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, que rápidamente desbarató la falacia.
“Nuestro futuro no les pertenece”, dijo en octubre del año pasado la entonces presidenta de la Federación Universitaria Argentino Piera Fernández en lo que fue la segunda gran marcha federal. Ayer, casi un año después, miles volvieron a salir a la calle para defender a las generaciones que siguen. “Sin presupuesto no hay universidad ni ciencia y sin ciencia ni universidad no hay futuro”, dijo el actual presidente de la FUA Joaquín Carvalho al leer el comunicado conjunto. “Y para un digno hijo de una institución con esa historia, cualquier cosa está permitida excepto no defenderla. Para que las generaciones por venir puedan soñar con un futuro mejor y más justo”, cerró el texto.
“Son la levadura del pan que saldrá del horno”, cantaba Violeta Parra sobre los estudiantes, y ayer el pan fue tomando forma, un pan que se viene amasando desde hace casi dos años y que ya tuvo tres movilizaciones masivas, paros, tomas de facultades y que ayer le torció el puño a La Libertad Avanza. “Vine porque no quiero perder la esperanza de que se puede salir adelante. Y la universidad es eso”, dijo Marina, profesora de 33 años y madre de dos hijos, y en unos segundos tiró por la borda el discurso meritocrático. Llegó desde La Matanza con dos amigas, también madres y alumnas. Una de ellas es Pamela Osores, que hasta el año pasado estudió en el Centro Universitario de la Innovación de su ciudad, que depende de la UTN. Es técnica en Programación, pero no pudo recibirse de especialista en Sistemas porque ese curso cerró. Para seguir debería viajar hasta Avellaneda, pero no le dan los tiempos ni el dinero. Tiene un hijo autista, ahí también sufrió la motosierra libertaria. “Con este gobierno el futuro es bastante gris”, dice Florencia Delgado, de 28 años, y agregó: “vengo a defender lo que es mío y de los que vendrán también”.
La batalla de fondo
“La universidad no es atacada por el gasto sino por lo que representa: la soberanía. Y eso es lo que este gobierno no soporta”, dijo el secretario general de Conadu, Carlos De Feo, y expuso el modelo de la ultraderecha. “Hoy le decimos a Milei que no toleramos más la política de la crueldad”, agregó Francisca Staiti, referente de la Conadu Histórica.
Las vueltas del terreno legislativo hicieron que la sesión se diera el 17 de septiembre, cuando se festejaba el Día del Profesor. “Hoy deberíamos estar en las aulas celebrando, pero estamos acá dando una clase pública, un trabajo práctico de cómo defender los derechos”, dijo Norberto Heyaca, secretario general de Secretario General de Fagdut. “El conocimiento está en disputa, ese es el fondo de esta batalla. Si es público y pertenece a todos o si es privado”, dijo la secretaria General Adjunta de Ctera, Angélica Graciano.
“Hace años estamos juntos, tenemos ganas de tener hijos y queremos dejar un país en el que puedan superarse y superarnos, como nosotros lo fuimos haciendo gracias a la educación pública”, dijo Tatiana García, estudiante de Diseño Gráfico de la UBA, que fue con su novio, que sostenía un cartel que decía “los lápices siguen escribiendo”. Hija de un obrero y una ama de casa, Tatiana es la primera generación de su familia que llega a la universidad, quiere recibirse y pasar ese legado: “queremos hacer lo mismo hacia el futuro, para nuestros hijos que tendremos”. Ayer, dentro y fuera del Congreso, el futuro se tornó diáfano